El modelo de familia nuclear heterosexual es todavía a día de hoy una institución fundamental de la sociedad heteropatriarcal y capitalista. No obstante, se pueden encontrar críticas a dicho modelo desde hace siglos. El modelo heterosexual, como única vía posible, viene siendo aún más cuestionado en las últimas décadas, y se van sumando maneras cada vez más numerosas de «hacer familia».
Entre las propuestas teórico-prácticas más actuales se encuentran numerosas producciones, en campos tan diversos como la antropología o la literatura que muestran la actualidad y la relevancia de la reflexión alrededor de la/s familia/s. Los trabajos de los antropólogos (Nicole Claude-Mathieu, Agnès Fine, Jérôme Courduriès) son herramientas valiosas para llevar a cabo una reflexión que participe de la descentralización de la representación hegemónica de la familia nuclear. En Pan y afectos, Elizabeth Jelin expone múltiples formas de familia y cómo las distintas formas de organización implican a sus miembros. En otro ámbito, las ficciones políticas feministas y queer plantean el tema de la familia desde perspectivas diversas : en Netianas, Remedios Zafra analiza las tensiones entre las posibilidades y los impedimentos que genera el trabajo online y la fusión de los espacios familiar y laboral para las mujeres; Gloria Anzaldúa en Borderlands/La Frontera: The New Mestiza presenta la familia como lo familiar y «the family, the community and the tribe» como parte de la identidad; en su Manifiesto Cyborg, Donna Haraway estudia los cambios sociales – laborales, familiares – generados por las evoluciones tecnológicas de los 80 y en su último ensayo Seguir con el problema promueve vínculos de parentesco inauditos.
Las distintas figuras estético-conceptuales que proponen estos textos impulsan una exploración cartográfica que articula directamente las nociones de género y espacio. De hecho, la ocupación de los diferentes espacios en la literatura o el cine puede indicar el estatus de seres marginados por género, clase y raza, y el uso no habitual de los mismos puede resignificar el imaginario de la familia. Esta reflexión acerca de la/s familia/s y el/los espacio/s se podría articular a varios niveles, por ejemplo mediante varias modalidades: la ocupación y la semántica de estos espacios en la literatura o el cine (Lotman), la creación de nuevas cartografías transfeministas (Preciado) o una re-territorialización de los espacios en los imaginarios a través de procesos performativos (Fischer-Lichte).
Se trata de sumarse a las reflexiones actuales sobre la temática de la/s familia/s que tienen lugar en ámbitos científicos (Adell, et al., 2020); Beck-Gernsheim, 2022) y no-científicos (Richard, 2022 ; Veiner Schucman, 2023) a partir del estudio de las relaciones entre la familia y el espacio: ¿cómo la familia se inscribe en el espacio o cómo el espacio influye en la construcción de la familia? Asimismo, nos interesaremos particularmente por las ficciones que lleven una mirada crítica hacia la familia nuclear heterosexual y patriarcal y/o que presenten nuevos modelos familiares.
Por otra parte, se trata de leer y/o releer obras de escritorxs y directorxs lationamericanxs actuales cuyas producciones comprometidas son un excelente campo de exploración y reflexión sobre temáticas sociopolíticas. De este modo, nuestras reflexiones participarán del proceso de tejer cartografías transfeministas disidentes y dinámicas.
Los artículos de este dossier se centrarán en las producciones literarias, cinematográficas y fotográficas hispanoamericanas contemporáneas (siglo XXI), todas ellas consideradas como medios particularmente eficaces para denunciar las violencias, hacer visibles las resistencias, desvelar secretos y, al mismo tiempo, imaginar y crear nuevas formas de familia.
En el primer artículo, Camille Back realiza un análisis profundo de la obra de Gloria Anzaldúa, en particular de sus escritos sobre el cuerpo, la identidad y la resistencia dentro de las comunidades marginadas. A través de un estudio detallado de textos clave de la autora, como Borderlands y La Prieta, ella examina cómo Anzaldúa construye una visión radical de la identidad, tanto personal como colectiva, que atraviesa y desdibuja las fronteras geográficas, culturales y sexuales.
Este artículo resalta las tensiones internas que vive Anzaldúa, atrapada entre su identidad como mujer, su pertenencia a la comunidad chicana y su sexualidad queer, y cómo estos aspectos se entrelazan para formar una resistencia al orden patriarcal y colonial. En particular, la autora se enfoca en la manera en que Anzaldúa utiliza el cuerpo como un espacio de contestación: un "territorio en guerra" donde se despliegan estrategias de subversión y reapropiación.
El texto también aborda el tema del exilio, tanto físico como simbólico, que Anzaldúa sufre debido a su identidad sexual y su rechazo a las normas heterosexistas y nacionalistas chicanas. Camille Back explora, así, la noción de "familia elegida" y el concepto de Mundo Zurdo (el "mundo de la izquierda") que Anzaldúa propone como alternativas a las estructuras tradicionales de poder. Al rechazar las formas convencionales de identidad y comunidad, Anzaldúa invita a sus lectores a imaginar nuevas formas de solidaridad y resistencia, fundadas en la diversidad, la inclusión y la transgresión de fronteras.
Mediante esta lectura crítica de la obra de Anzaldúa, Camille Back subraya la importancia de la escritura como acto de resistencia y transformación, y de la comunidad como un espacio de reinvención. El artículo invita, por tanto, a reflexionar sobre las posibilidades que ofrece la marginalidad y la opresión para crear nuevas formas de subjetividad y de colectividad.
Por otro lado, el artículo de Alejandro Erbetta se centra en la manera en que los recuerdos personales y colectivos, tanto familiares como históricos, contribuyen a reconstruir un pasado que no es lineal. En este contexto, el arte se convierte en un medio clave para reunir los fragmentos dispersos de esas memorias, creando un espacio en el que se entrelazan y se reinventan. Erbetta defiende que la memoria individual nunca está completa, sino que se enriquece y se transforma a partir de los relatos de los demás y sobre todo de la familia.
El foco de su obra radica en la infancia, ese terreno en el que la inocencia y los traumas históricos se cruzan, particularmente a raíz de su experiencia durante la dictadura civíco-militar argentina (1976-1983). Él analiza cómo este periodo marcó a lxs niñxs, incluso de manera indirecta, a través de la violencia y la falta de comunicación en las relaciones familiares y sociales. Así, la búsqueda de la infancia se convierte en un acto de reconciliación con la historia, una historia marcada por silencios y secretos.
Inspirado por la poesía de Gaston Bachelard, el autor emplea el ensueño como herramienta para reimaginar su infancia y reconstruir una memoria fluida, que trasciende el tiempo lineal. El arte se materializa a través de montajes fotográficos y textos que yuxtaponen distintas temporalidades, estableciendo conexiones entre objetos, lugares y personas. Estos montajes restituyen vínculos invisibles, ofreciendo una reconfiguración ficcional del pasado.
Alejandro Erbetta cuestiona nuestra manera de recordar y demuestra que, aunque la memoria es subjetiva, tiene la capacidad de reconstruir una historia colectiva, devolviendo vida a aquello que el tiempo y el olvido habían borrado.
Helena González dedica su artículo a la novela histórica Finisterre de María Rosa Lojo, novela en que la autora argentina propone una relectura crítica del periodo convertido en hito nacional de la «Conquista del desierto».
La completud del análisis de Helena González se basa en la movilización de las nociones de familia y de parentesco, desde la perspectiva de los estudios de género y decoloniales, que hacen de guía en el estudio de los distintos niveles que van desde el análisis de componentes precisos de la obra hasta una reflexión abarcadora sobre el modelo de la nación argentina.
En la línea de las propuestas teóricas de María Rosa Lojo, Helena González presenta el género de la novela histórica como una herramienta de revisión crítica de la Historia y de los modelos normativos. A partir de esas consideraciones teóricas que asientan el posicionamiento y la mirada adoptada, Helena González procede al análisis de la protagonista de la obra vista como «un sujeto no previsto» (mujer, migrante) que evoluciona hacia un posicionamiento de tránsfuga de sexo, género y cultura e impone un lugar de enunciación transatlántico que, al asentarse dentro del marco de la ficción histórica, permite una multiplicidad que abre un «abanico de posibilidades en la definición de tensiones salvaje / civilizado». No solo se oponen dos modelos de familia (familia nuclear burguesa ; poliginia rankül) sino que, como analiza detalladamente Helena González, se valora, por una parte, la potencialidad de las mujeres solas (viudas y solteras con solvencia económica) y se abre la posibilidad del parentesco («kin», Donna Haraway) como modelo de relación, en base a los vínculos que va tejiendo Rosalind/Pregunta Siempre en el marco de la maternidad social y en su relación con el machi Mira Más Lejos que «se sitúan en el espacio de la fractura de lo colonial». Asimismo, Helena González, profundiza el análisis para ir demostrando cómo estas representaciones y reconfiguraciones llevan al cuestionamiento de la definición misma de la nación argentina.
En su artículo, Mar Ortega y Mercedes Ortega proponen una relectura actualizada de la ya clásica novela de género urbano Los parientes de Ester (1978) del escritor colombiano Luis Fayad.
En la introducción las investigadoras proceden a una breve contextualización de la obra y a la presentación del sistema de los personajes, ambas necesarias para entender los análisis siguientes. Después, se centran en el análisis de las dinámicas grupales e interpersonales que se van reconfigurando en la novela. El acontecimiento clave, que impulsa dichas reconfiguraciones es la muerte reciente de Ester, la mujer de Gregorio Camero quien mantenía lejos a su propia familia (los Callejas) y que era un elemento central de la organización del núcleo familiar de los Camero.
Las investigadoras identifican dos visiones del mundo opuestas que emergen y se van enfrentando en el periodo de crisis que abarca la historia: una visión cínica encarnada en los parientes de la difunta Ester, y otra basada en la «mentira romántica» a la que se aferra Gregorio Camero a pesar de su evidente fallo.
Los distintos modelos familiares que concretan estas visiones dan lugar a la representación de la «comunidad troncal», o «núcleo contemporáneo» por una parte representado por los Camero y de la «comunidad tácita» o «república de parientes» por otra parte. Estos dos modelos divergen en distintos aspectos detalladamente analizados en el artículo y que abarcan no solo el enfrentamiento de dos grupos sociales en la historia sino también, como lo demuestran las investigadores, el cuestionamiento más amplio de estas organizaciones socio-espacio-temporales que hacen eco a la historia reciente de los modos de (con-)vivir y habitar el espacio en Bogotá.
El estudio que proponen Mar Ortega y Mercedes Ortega se nutre de las herramientas de la sociocrítica y de las teorías feministas actuales para fundamentar un análisis del fracaso de los modelos de familia clásicos al enfrentarse a las problemáticas de la urbe moderna dominada por el modelo capitalista.
Hélène Deville propone un artículo en el que un sólido tejido teórico alimenta análisis minuciosos de la familia en las novelas El cuarto mundo (1989), Los trabajadores de la muerte (1998) e Impuesto a la carne (2010). Empieza definiendo de manera detallada el término «familia nuclear» y considerando el vínculo entre dicho modelo y el proyecto de nación occidental. Además, añade consideraciones acerca de las marcas enunciativas propias de la escritura de Diamela Eltit: la importancia de la familia en los discursos oficiales contemporáneos de la escritura y publicación de la obra, la conciencia de la dominación masculina imperante en el campo literario, «la conciencia de Eltit de escribir desde un contexto marcado por la experiencia de la colonialidad». Estas consideraciones fundamentan el análisis en el que Hélène Deville ahonda en varias de las operaciones críticas llevadas a cabo por Diamela Eltit en tres de sus novelas.
Cada novela representa configuraciones familiares distintas que la investigadora identifica como variantes de la exacerbación de las dinámicas patriarcales. Hélène Deville procede a un análisis minucioso de estas representaciones demostrando primero que Diamela Eltit, en Los trabajadores de la muerte, presenta familias nucleares patriarcales y opresivas con las que retrata las dinámicas de dominación intrafamiliares como eco a las relaciones globales de poder. La investigadora también aboga a favor de la lectura múltiple que permiten varias de las obras de Diamela Eltit y evidencia tres niveles de interpretación (una lectura en clave colonial, otra en clave antiautoritaria y una tercera en clave anticapitalista) en los que desarrolla un «repertorio de prácticas emancipadoras» que toman en cuenta tanto a los personajes como la escritura misma. Basándose en la analogía entre la familia y la nación, Hélène Deville sugiere y demuestra que los personajes oprimidos dentro del modelo familiar (madres, hijos, hijas) constituyen resistencias que a su vez se pueden leer como alegorías «de las resistencias posibles a los sistemas de dominación contemporáneos». La lectura que propone la Hélène Deville teje asimismo vínculos entre el homenaje y la reivindicación de las luchas feministas pasadas, una mirada crítica hacia el presente y el deseo de un porvenir menos opresivo.